Frutos de otoño
En otoño los campos se tornan de colores rojizos, amarillos y ocres y los pastos aparecen de nuevo en sus extensas dehesas, a las que vuelven los cerdos para empezar su fase de montanera.
Caza, setas y castañas, junto a los grandes vinos de la zona y la labor de los cocineros de raza que manejan los fogones salmantinos, propician que el otoño llegue al plato en todo su esplendor. Una época de contrastes que ofrece su abrigo al turista necesitado de cobijo, amparo, paz y el placer de los sabores tradicionales más contundentes.
Con las primeras lluvias, las setas reaparecen en los campos, dehesas y, sobre todo, en las sierras de Francia, Béjar, Quilamas y en “El Rebollar”, en cuyos bosques encuentran el suelo, la humedad y la compañía necesaria para desarrollarse en todo su esplendor. Los apreciados boletus en sus diferentes versiones, la personalidad de los níscalos, la elegancia de los huevos de rey, las sabrosas setas de cardo, los prolíficas senderillas o los humildes champiñones silvestres suponen una gran baza para las zonas de recogida, que aumentan año tras año el auge del turismo gastronómico y, especialmente, el micológico.
El otoño también trae consigo las castañas. Llegan al mercado en diversos estados: al natural para ser posteriormente cocidas o asadas, pilongas, en harina o en almíbar. Además, el producto tiene una especial carga festiva con la celebración de las “calbotás” el Día de Todos los Santos, en las que las familias y los amigos se reúnen para asarlas en el campo.