En una provincia tan variada como la salmantina, con cumbres nevadas, sierras, valles, cañones y llanuras, hay un paisaje que la identifica plenamente: es la dehesa, esas extensas manchas de encinares y algunos robledales, que alcanzan el horizonte.
La dehesa representa todo un modelo sostenible de explotación y uso de los recursos naturales. Así, a las tareas relacionadas con el encinar se suman las de manejo del toro de lidia.